viernes, 16 de diciembre de 2011

He aquí la sierva del Señor

26 Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. 28 Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: !!Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. 29 Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. 30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. 31 Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. 32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; 33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. 34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. 35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. 36 Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; 37 porque nada hay imposible para Dios. 38 Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia. Lucas 1:26-38
He estado meditando en estos días en el relato de Lucas 1:26-38 donde el Espíritu Santo dejó registrado el momento en que María recibe la visita del ángel Gabriel para anunciarle que en su vientre concebiría y daría a luz un hijo, y particularmente en la respuesta de María en obediencia y sumisión al decir: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra.”
Pensaba en como esas palabras son las que nosotros, los ministros del Señor, también las pronunciamos en algún momento cuando fuimos llamados al ministerio, cuando en aquel momento particular y único de nuestras vidas el Señor nos visitó y nos habló de nuestra asignación en la obra y nosotros respondimos al igual que María: “He aquí el siervo del Señor, hágase conmigo conforme a tu palabra”.
Cuando escuchamos la misión a la que Dios nos está encomendando solemos responder: “¿Cómo será esto?” Porque miramos nuestra virginidad, nuestra incapacidad, nuestras limitaciones, nuestra falta de experiencia, lo que no somos ni hemos hecho. Pero todo cambia cuando podemos escuchar lo que tenemos de parte de Dios en nosotros, es entonces que nuestra respuesta cambia. Es que solo podemos decir cada día al levantarnos, “He aquí tu siervo/a, hágase conmigo conforme a tu palabra” cuando estamos convencidos que para hacer la tarea a la que se nos llama contamos con:
El favor de Dios - muy favorecida! … has hallado gracia delante de Dios.
La presencia de Dios - El Señor es contigo.
La bendición distintiva de Dios - bendita tú entre las mujeres.
El poder de Dios - El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra.
Cuando pienso en mi llamado, cada día que pasa reconozco mas y mas que en mi lista de recursos para hacer lo que Dios me encomendó, estas son las cuatro cosas indispensables con la cuento.
Por eso mi oración para todos los llamados es que el 2012 sea un año donde puedan escuchar la voz de Dios decirles cada día: “Para cumplir tu llamado … eres muy favorecido/a de mi parte, estoy contigo, te bendigo con una bendición única y especial en medio del pueblo donde estás y no te olvides que hoy cuentas con mi poder, porque no hay nada imposible para mi.”
Les deseo una Feliz Navidad y un Año lleno del favor, la presencia, la bendición y el poder de Dios en sus vidas y ministerios.