lunes, 6 de abril de 2015

TEE • Semana 2 • Día 6: Consagración - introducción

Libro: Trabajando en equipo
Lee - Reflexiona - Conversa
Creciendo y aprendiendo en comunidad

Lectura del libro: páginas 22 a la 24 
Lectura Bíblica: 2 Timoteo 2:19-21 ; 1 Tesalonicenses 4:1-8 ; Hebreos 12:10-14 ; 1 Pedro 3:14-17

Verso - ¿Qué captó mi atención en la lectura?

“Si te mantienes puro” (NTV) ; “Si alguno se limpia de estas cosas” (RV60)

Interpretación - ¿Qué me habló el Señor?

Vivir limpio es mi responsabilidad. Cuando nací de nuevo la sangré de Cristo me lavó y me purificó. 

Pero vivir todos los días en esa dimensión de limpieza requiere intencionalidad.
La maldad que me ensucia está siempre allí, a la orden del día, para volver a ensuciarme. Es mi acción intencional “mantenerme puro” y “limpiarme de esa maldad”.

Las preguntas claves para mí en este asunto son: ¿Cuáles son esas maldades que me ensucian y necesito limpiarme de ellas? ¿Qué me enseña la Palabra de Dios sobre cómo mantenerme puro y cómo limpiarme esa maldad? ¿Cómo vivo, cómo puedo practicar lo que la Palabra dice al respecto?

Decisiones - ¿Qué decisiones necesito tomar e implementar?

Decido ser intencional en mantenerme puro y limpiarme de esas maldades que me ensucian. Decido buscar un proceso bíblico que me ayude a mantenerme puro y limpiarme. Prestaré especial atención esta semana a aquella maldades que me ensucian y haré una lista de ella. Escudriñaré esta semana la Escritura para delinear un plan bíblico que pueda poner en práctica para mantenerme puro y limpiarme de esas maldades que me ensucian.

Adoración - ¿Cómo me rindo al Señor en este asunto?


Padre Celestial, gracias por tu provisión para mi santidad. Gracias por tu misericordia y por tu gracia para mantenerme puro y para ayudarme a ser limpio de aquellas maldades que me ensucian. Quiero ser un vaso de honra en tu reino en medio de este mundo. Por eso te ruego que esta semana, por medio de tu Espíritu Santo me ayudes a entender y a practicar aquellos principios espirituales revelados en tu Palabra que me ayudan a mantenerme puro y limpiarme de esas maldades.  En el Nombre de Jesús. Amén.

CONVERSEMOS - creciendo y aprendiendo en comunidad

¿Qué te habló el Señor? ¿Cuáles son aquellas "maldades" que según tu experiencia, ensucian a los cristianos en la sociedad de hoy día? ¿Qué nos enseña la Palabra de Dios sobre cómo mantenernos puros y cómo limpiarnos de esa maldad? ¿Cuál es el plan bíblico a practicar que nos mantiene puros y nos ayuda a limpiarnos de esas maldades? ¿Cómo podemos vivir y practicar lo que la Palabra dice al respecto?

martes, 30 de septiembre de 2014

VALORAR la diversidad del equipo

(Adaptado del libro: Trabajando en equipo, Daniel Prieto, Editorial Vida, 2014 y Publicado en Foursquare Leader Prayer)

Alguien expresó en cierta oportunidad: "Ninguno de nosotros es tan listo como todos juntos". Valorar es reconocer, es estimar, es reconocer el mérito de alguien. Y diversidad es variedad, desemejanza y diferencia entre los miembros de un equipo o una comunidad. Es la abundancia, es la gran cantidad de varias cosas distintas entre ellos.
Los equipos exitosos son aquellos que tienen la capacidad de reconocer que en su diversidad, y no en su uniformidad, está su fuerza y su riqueza.

Cuando hablamos de la diversidad en un equipo, expresamos que los miembros de ese equipo representan una variedad de cul­turas, costumbres, caracteres, habilidades, dones, formas de hacer, formas de pensar y realizar, etc., que lógicamente manifiestan la desemejanza entre los integrantes de ese equipo señalando sus di­ferencias.

Ahora, es importante que entendamos que las diferencias en un equipo pueden servir para la guerra o para la grandeza. Cuando se mira la diferencia con el otro como una amenaza, como una molestia, como algo inferior a lo que yo soy, entonces la diferencia traerá conflictos. En el equipo, opinar diferente será para discutir. Entonces, los diferentes dones y capacidades se usarán para competir. Las diferencias de carácter y de costumbres serán el ingrediente principal del chisme y de la desacreditación del otro. Pero cuando se tiene la virtud de mirar la diferencia con el otro como una bendición, como algo estimado y que posee valor y mérito, entonces la diferencia traerá grandeza.

Valorar la diversidad en nuestros equipos de ministerio significa unirnos espiritualmente como hermanos en Cristo, amándo­nos, respetándonos y valorándonos más allá de nuestras diferencias. Aunque la unidad es una realidad objetiva real, también es una meta a experimentar. La gente tiene conceptos preconce­bidos unos de otros y usualmente poseen diferentes aspiraciones. La madurez, el esfuerzo y el trabajo de la fe por amor son necesarios para mantener la unidad del Espíritu (dentro de un cuerpo diverso) por medio de los lazos de paz. Debemos cultivar la unidad y trabajar en ella como iglesia. Unidad significa que somos diferentes pero que nos amamos, respetamos, valoramos y habilitamos para ser quienes debemos ser y hacer lo que debemos hacer.

Valorar la diversidad también es liberar nuestra diver­sidad al enlazar nuestro corazón en una pasión por las almas, establecer relaciones ministeriales inteligentes y espiri­tuales, y poner en comunicación nuestras diferencias antes que po­nerlas en oposición, para que lejos de acentuar las diferen­cias podamos celebrar nuestras diferencias y afirmar nuestra identidad como pueblo de Dios: gente de todo linaje y lengua, y pueblo y nación (Apocalipsis 5:9).

Que al valorar nuestra diversidad la iglesia y el equipo donde servimos sea …

Una iglesia/equipo con miembros muy diferentes unos de los otros – 1 Corintios 12:12-21
Una iglesia/equipo con redimidos de todo linaje y lengua y pueblo y nación - Apocalipsis 5:8-10
Una iglesia/equipo con adoradores de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas - Apocalipsis 7:9-10
Una iglesia/equipo con ministros fructíferos de todos los pueblos - Isaías 56:2-7 

jueves, 5 de junio de 2014

¡Paráklhtos te necesitamos a nuestro lado!


Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Paráklhtos, quien estará con ustedes para siempre. (Juan 14:16 NTV) Sin embargo, cuando el Padre envíe al Paráklhtos como mi representante —es decir, al Espíritu Santo—, él les enseñará todo y les recordará cada cosa que les he dicho. (Juan 14:26 NTV) A ustedes yo les enviaré al Paráklhtos, el Espíritu de verdad. (Juan 15:26 NTV) En realidad, es mejor para ustedes que me vaya porque, si no me fuera, el Paráklhtos no vendría. En cambio, si me voy, entonces se lo enviaré a ustedes. (Juan 16:7 NTV)

La palabra griega Paráklhtos representa la idea de uno que viene a estar al lado de otro para ser Consejero, Alentador, Consolador y Abogado defensor (Intercesor).

El Paráklhtos es a quién necesitamos los discípulos y ministros de Jesús que queremos pasar por esta vida dando mucho fruto en un terreno social que nos es hostil. Muchas veces en el camino nos sentimos confundidos, desalentados, tristes, y hasta culpables. Todo eso lo produce el espíritu de mentira, Satanás. Son sus mentiras las que nos confunden, nos desalientan, nos entristecen y nos culpan. Pero el Señor Jesús nos prometió al Paráklhtos, que es el Espíritu de verdad. Solo la verdad de Dios puede traer a nuestro espíritu el consejo que nos enfoca en la dirección correcta, el aliento que  nos levanta el ánimo, el consuelo que cambia nuestro lamento en baile y la defensa que nos envuelve en la paz que nos da el ser justificados por la fe en Jesús.

Jesús dijo claramente que nos enviaría al Paráklhtos para que esté con nosotros. Quizás es tiempo de dejar de esperarlo y ya recibirlo de una buena vez. Quizás es tiempo de dejar de andar buscando simplemente consejo, aliento, consuelo y defensa en el camino del discipulado y el servicio cristiano, y empezar a buscar una relación mas intima y profunda con este Paráklhtos, que es el mismo Espíritu Santo. Y en una comunión intima con El, recibir el consejo, el aliento, el consuelo y la defensa que nos da la fuerza para vivir cada día como discípulos de Jesús y ministros del Evangelio que es poder de Dios para salvación.

¡Espíritu Santo queremos tener comunión contigo! ¡Paráklhtos te necesitamos a nuestro lado en el camino de la vida!

viernes, 7 de febrero de 2014

Haciendo sin dejar de SER

Publicado en Foursquare Leader • Agosto 23, 2013 • English version

Apocalipsis 2 y 3

yo conozco tus obras”, esta es la expresión con la que el Señor Jesús comienza cada carta que le escribe a cada ‘ángel’ de cada una de las iglesias en Apocalipsis capítulos 2 y 3. Si el Señor hoy escribiera una carta a los pastores y a las iglesias locales empezaría con las mismas palabras, él diría: - “yo conozco tus obras”. Esto significa que “nuestras obras” son importantes para el Dios de la iglesia, porque son “nuestras obras” las que manifiestan nuestro carácter y nuestro compromiso como ministros y como iglesia, y son “nuestras obras” las que completarán la gran comisión de predicar el Evangelio haciendo discípulos en todas las naciones.

Cómo pastor sirvo todos los días bajo la impresión de que Dios está prestando atención a lo que hago, y por consiguiente, yo mismo, vivo y sirvo prestando atención a lo que hago, conociendo lo que él quiere y espera de mi y de mi trabajo, buscando que mis obras sean celebradas y aprobadas por él.

En estos tiempo nos dedicamos a prestar atención a aquellos entre nosotros que tienen éxito en sus ministerios, y queremos que nos digan que hacen para tener los resultados que tienen. Y no está mal. Pero es muy importante que lo que escuchamos y se nos sugiere para la tarea sea puesto en balanza, pesándolo con lo que el Señor Jesús dice.

Empecemos por reconocer que el Señor Jesús celebra que SUS ministros y SU iglesia hagan la tarea con paciencia, con resistencia, con sufrimiento, con esfuerzo, con fidelidad, con amor, con fe, con un espíritu de servicio, aumentando la cantidad de obras que hacen, aún en medio de las tribulaciones, con pobreza material y con poca fuerza, aborreciendo las obras que Dios aborrece, en el lugar mas difícil para servir a Dios como lo puede llegar a ser donde está el mismo trono de Satanás.
Pero también es importante entender que el Señor Jesucristo nos advierte que en medio ‘del hacer’ no debemos perder ‘el ser’, es decir, nuestra verdadera identidad en Dios. Al hacer la tarea de la Gran Comisión debemos siempre manifestar:
  1. El fruto del Espíritu santo, es decir el amor de Dios en nosotros. En el camino de llevar el evangelio hasta lo último de la tierra debemos mantener nuestro primer amor.
  2. El carácter del Espíritu Santo, es decir la santidad de Dios en nosotros. En nuestra tarea de hacer discípulos no debemos ser permisivos con aquellas doctrinas que cultivan un estilo de vida que desagrada a Dios y que va en contra de la vida de santidad. Las tres doctrinas que siguen ensuciando la vida y las obras de la iglesia, aún después de dos mil años, son la doctrina de Ballam, la de los nicolaítas y la de Jezabel.
  3. La vida del Espíritu Santo, es decir la plenitud de Dios en nosotros. Como portadores de la vida abundante y eterna de Dios para el ser humano no debemos ser atrapados por la hipocrecía del nominalismo, proyectando una imagen de vida cuando en realidad estamos muertos.
  4. La pasión del Espíritu Santo, es decir la entrega de Dios en nosotros. Siendo ministros de reconciliación y predicando el mensaje de la pasión de Jesucristo reconciliando el mundo con Dios, no debemos caer en la tibieza de nuestro compromiso con Dios y con su obra, engañados por la aparente estabilidad y comodidad que las riquezas materiales nos pueden proporcionar.


¿Nuestras obras como ministros de Jesucristo, y las obras de la iglesia que pastoreamos, manifiestan el fruto, el carácter, la vida y la pasión del Espíritu Santo que está en y con nosotros? Es mi oración que seamos saturados de la presencia del Espíritu Santo, y que nuestras obras siempre agraden a Dios y cumplan la gran comisión.

sábado, 1 de febrero de 2014

Líderes de los que no nos siguen


Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, pero se lo prohibimos, porque no es de los nuestros (porque no pertenece a nuestro grupo –NTV ; porque no nos sigue – RV60).» Pero Jesús les dijo: «No se lo prohíban, porque nadie puede hacer un milagro en mi nombre, y luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros, está a favor de nosotros. Marcos 9:38-40 - RVC
¡Yo solo no puedo soportar a todo este pueblo! ¡Me es una carga demasiado pesada! El Señor le dijo a Moisés: «Junta a setenta ancianos de Israel, de los que tú sepas que son ancianos y jefes del pueblo, y llévalos hasta la entrada del tabernáculo de reunión. Diles que esperen allí contigo. Yo descenderé y hablaré allí contigo, y tomaré del espíritu que está en ti y lo pondré en ellos, y ellos sobrellevarán contigo la carga del pueblo. Ya no la llevarás tú solo … Moisés salió de allí y repitió ante el pueblo las palabras del Señor; luego reunió a los setenta ancianos del pueblo, y los hizo esperar alrededor del tabernáculo. Entonces el Señor descendió en la nube, y habló con él. Tomó del espíritu que estaba en él, y lo puso en los setenta ancianos; y cuando el espíritu se posó en ellos, comenzaron a profetizar, y no dejaban de hacerlo. En el campamento se habían quedado Eldad y Medad, dos varones sobre los cuales también se posó el espíritu. Aunque estaban entre los escogidos, no se habían presentado en el tabernáculo; sin embargo, comenzaron a profetizar en el campamento. Entonces un joven fue corriendo a decirle a Moisés: «¡Eldad y Medad están profetizando en el campamento!» Josué hijo de Nun, que era ayudante cercano de Moisés, le dijo: «Moisés, mi señor, ¡no se lo permitas!» Pero Moisés le respondió: «¿Acaso tienes celos por mí? ¡Cómo quisiera yo que todo el pueblo del Señor fuera profeta! ¡Cómo quisiera yo que el Señor pusiera su espíritu sobre ellos!» Y enseguida Moisés volvió al campamento, en compañía de los ancianos de Israel. Números 11:14-30 - RVC
            ¿Qué hacemos en el ministerio con los que no nos siguen? ¿Qué hacemos en el ministerio con los que no están presentes en las reuniones de liderazgo donde se suponen que deben estar? PERO al mismo tiempo Dios los usa porque el mismo espíritu, la misma unción que Dios ha puesto sobre el pastor, el líder del pueblo, reposa sobre ellos. ¿Qué hacemos con esa gente?
            La tendencia es prohibirles que ministren en los dones del Espíritu. La primera reacción es impedirles que hablen al pueblo lo que Dios quiere decirle al pueblo. Me permito decirlo de esta manera: esa es la respuesta de los líderes novatos, naturales y carnales, pero no debería ser la respuesta de los líderes maduros y espirituales.
            Jesús y Moisés tenían otra óptica del asunto.
            Para Jesús, el que hace milagros en su Nombre, habla bien de él. Para Jesús, si no estaba opuesto a él, estaba a favor de él, aunque no perteneciera al grupo de sus discípulos.
            Para Moisés, el hecho que no estuvieran donde él les dijo que tenían que estar, no significó que Dios los descartó de entre los escogidos. Para Moisés, no había razón para estar celoso de que Dios usara a otros entre el pueblo. Para Moisés, ojalá todo el pueblo de Dios profetizara y ojalá Dios pusiera de su espíritu sobre todo el pueblo.
            ¿Qué tan rápido prohibimos e impedimos a aquellos que Dios está usando pero que no están alineados con nosotros y con nuestro grupo? ¿Solo podemos ser catalizadores y habilitar a los que pertenecen a nuestro grupo, a los que hacen lo que nosotros queremos que hagan? ¿Tenemos la capacidad de habilitar, o al menos no estorbar prohibiendo, condenando o impidiendo a aquellos que Dios está usando mas allá de nuestro circulo de influencia como líderes?
            Aquí hay algo que aprender, y me parece que es urgente: No somos líderes de empresas seculares, somos líderes de la iglesia de Jesucristo. No somos líderes de una sociedad secularizada, somos líderes del Reino de Dios. Esta verdad cambia todas las reglas del juego.
            Es fácil liderar a los que nos siguen, pero ¿acaso es posible liderar a los que no nos siguen? ¿Es posible habilitar desde mi liderazgo a los que no pertenecen a mi grupo? Yo estoy convencido que la respuesta es SI, si es posible.
En estas dos historias bíblicas encuentro en las personas y en las respuestas de Jesús y Moisés 7 principios que nos posicionan como líderes del Reino de Dios para liberar, y no estorbar, a los que Dios está usando en su Reino aunque no estén conmigo y no me sigan a mí como líder. Son 7 principios que me posicionan para habilitar y bendecir a los que no me siguen.
1.     En el liderazgo del Reino yo no soy el centro, ni mi nombre es el que está en juego. Jesús es el centro del liderazgo del Reino y es su Nombre el que está en juego. No se trata de mi, se trata de Jesús.
2.     En el liderazgo del Reino, el trato y los arreglos que Dios tiene con aquellos que no me siguen o no siguen mi liderazgo, es asunto de Dios con ellos. Si Dios los usa para la gloria de su Nombre, el bien del pueblo y la extensión del Reino, eso es lo único que me interesa.
3.     En el liderazgo del Reino no hay competencia sino complemento. El que no lo hagan conmigo o a mi manera, no quiere decir que esté mal, o que estén en contra de mí, o que Dios no esté en el asunto. No los voy a despreciar, voy a celebrar como complementan mi liderazgo en el Reino de Dios.
4.     En el liderazgo del Reino, Dios trasciende mi grupo, mi equipo, mi iglesia y mi liderazgo y hace que el ministerio del Reino sea mucho mas que lo que yo puedo ver y manejar como pastor y como líder. No me voy a molestar por esto, o sentir inferior, sino muy por el contrario, me siento privilegiado de ser parte de algo que es mucho mas grande que mi persona y mis capacidades.
5.     En el liderazgo del Reino no se trata de ser el único que Dios usa en el Reino, y de tener la exclusividad de la unción que Dios me ha dado para pastorear y liderar en el Reino. Se trata de que ese espíritu, es decir, esa unción que he recibido para pastorear y liderar repose sobre los líderes que Dios ya tiene en su pueblo, para que ellos pastoreen y lideren al pueblo mas allá de mis límites como líder.
6.     En el liderazgo del Reino no se trata de que yo me quede para siempre siendo usado por Dios poderosamente. Se trata de que otros se queden haciendo las obras poderosas que hoy Dios está haciendo a través de mi, y que ellos aún hagan cosas mayores que las que Dios hizo a través de mi liderazgo. ¡Yo quiero que los que estoy formando hagan cosas mayores que yo!
7.     En el liderazgo del Reino, el cumplimiento de la misión es el objetivo primario, incluso antes que el orden litúrgico, institucional u organizacional. Dios es un Dios de orden pero el orden de Dios no necesariamente es igual que lo que yo entiendo por orden. El orden para mi es cuando todo ocurre dentro de lo que yo planeo y puedo manejar y controlar. Muchas veces el orden de Dios me va a parecer desorden, porque es Dios yendo mas allá de mi persona, de mis límites y de mi liderazgo. ¡Yo quiero ese desorden!
Por favor, recordemos: No somos líderes de empresas seculares, somos líderes de la iglesia de Jesucristo. No somos líderes de una sociedad secularizada, somos líderes del Reino de Dios. Esta verdad cambia todas las reglas del juego. Hay algo mas grande que nuestros ministerios y llamados personales, es el Reino de Dios. Por esta razón, permitamos que nuestros liderazgos y ministerios en el Reino acerquen y establezcan el Reino de Dios a nuestras comunidades, en lugar de que simplemente estén levantando mas “ministerios cristianos” entre los evangélicos.
Termino orando al Padre Celestial que nos ayude a ser líderes del Reino de los Cielos y rogándole que venga SU Reino, que se haga SU voluntad, así como en el cielo, aquí también en la tierra y entre nosotros. En el Nombre de Jesús. Amén.